El salivazo proyectado a mayor distancia, el runner más veloz calzando botas de esquí, la mujer con el mayor número de perforaciones en la oreja…, todos ellos son récords curiosos, pero sin sabor a hazaña ni reconocimiento popular. ManVsSnake comienza su historia apreciándose como un integrante más de este pintoresco grupo, un nuevo récord “chorra” para la colección. Sin embargo según se avanza en la trama uno comienza a sentirse un poco fan, la implicación con él protagonista crece, y se le termina por admirar. Sufriendo, apoyando y valorando el reto que se propone.
Sirva un Nokia 3310 para explicar la gesta pretendida, ese móvil que todo el mundo tuvo y donde además de idear abreviaturas con las que llenar un sms, se jugaba, y mucho, a ‘La serpiente’. Si por aquel entonces uno ya alardeaba por conseguir mantener con vida a este reptil unos pocos minutos, la idea de enfrentarse a la versión primigenia de este juego durante más de 35 horas ininterrumpidas y superar el billón de puntos como se pretende, es de una fortaleza mental inabarcable. Pero no es sólo la lucha del hombre contra la máquina, como en todo ejemplo de superación el verdadero monstruo esta en uno mismo, y en este caso no sólo el presente, si no que el “final boss" a superar es su propio yo del pasado.
El adulto contra el niño, el espíritu de mejora, el estilo de vida americano donde cualquiera puede convertirse en leyenda y su vida, una gran historia. La batalla entre Tim McVey y Nibbler (nombre del juego original) tiene todos los elementos de una obra épica: tiene un objetivo antológico que lograr, un rival que batir, un malo excéntrico, un guía espiritual, la fuerza del amor, momentos de flaqueza y grandeza, y una estructura ideada por sus directores Andrew Seklir y Tim Kinzy de ritmo equilibrado donde el rigor por narrar unos hechos esta tan presente como la vocación por entretener.
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