Rancio y anodino encefalograma plano aplaudido por la crítica especializada en un ejercicio de cinismo subvencionado, amparado en galardones y nominaciones que no hacen más que herir al cine patrio, a su público, y auspiciado por una industria ególatra que clama al arte dándole la espalda. Pasado el mal trago es necesario respirar y citar a la esperanza: ‘La gran familia española’ (Daniel Sánchez Arévalo, 2013), ‘Las brujas de Zugarramurdi’ (Álex de la Iglesia, 2013), ‘Canibal’ (Manuel Martín Cuenca, 2013) e incluso propuestas que aún sin ver me ilusionan como ‘Vivir es fácil con los ojos cerrados’ (David Trueba, 2013) o ‘Mindscape’ (Jorge Dorado, 2013).