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viernes, 3 de abril de 2015

Especial Ryan Gosling: 'El mundo de Leland', nihilismo


- Esta crítica puede contener spoilers - 


Es la vida tan canalla que nosotros, insignificantes frente a ella, nos desgañitamos en buscarle una explicación lógica a todo aquello que no comprendemos. La muerte, la violencia, o el simple abandono de tu pareja sentimental parecen necesitar de un porqué para poder seguir avanzando, y a veces, simplemente, no lo tienen.


Aceptar ese nihilismo, nuestra insignificancia, que las cosas suceden sin más a pesar nuestro, es un punto que se alcanza a base de golpes o en lo que también viene a ser llamado madurez. Algo así podría decirse ser el tema central sobre el que nos pretende hacer reflexionar ‘El mundo de Leland’, pero no el único. Lo caprichoso de la memoria selectiva o la mutabilidad del corazón sin preguntar son ideas también presentes, y que vendrían a incidir en lo mismo, el control que nos queremos otorgar respecto a nuestro día a día y lo poco que a la vida le importa esto, quien actúa como una bofetada sin razón aparente.


La sinopsis ya te adelanta como Leland asesina a un niño con retraso mental, así comienza, y equivocadamente podemos prejuzgar el estar ante una cinta de corte sensacionalista y lacrimógeno. En cambio, no es propósito de su director el ir a tocar la fibra sensible y si el de invitarnos a pensar, abandonando incluso a veces la narración puramente cinematográfica en favor de las palabras. “Hay dos maneras de ver la vida” se dice hacia el final, y la cámara juega a asemejar el guiño de nuestro ojo para reproducirlo, la primera es verla según nuestro punto de vista y la segunda es ver la realidad, triste y puta como ella sola.

El trabajo de dirección es importante - me sorprende que Matthew Ryan Hoge no haya dirigido desde entonces, año 2003 -, con un montaje efectivo (a pesar de ser ligeramente confuso al principio) y un retrato certero de personajes y entorno con la utilización de apenas retazos, véase el fundido de una bombilla por ejemplo. En este punto me gustaría destacar a Kevin Spacey, quien interpreta un personaje desolador y que, a pesar de ser el padre, no acude a la llamada más que en favor de su propio interés. Él sabe escribir libros y es lo que busca, un libro, una historia. Muestra de ello es la inspirada nota de voz que graba al volante de su coche o como sentado en el bar, deja intuir el estar en un escenario de su futura obra. Volvemos a la realidad como nuestro punto de vista, y sin embargo al final, una cinta que corre sola, insignificante, sin sentido, la realidad como tal.


Ryan Gosling se encuentra en su primera película notable, no como interprete pues en su primer papel protagonista ya lo estaba, si no referido a la película como un todo. Su actitud impasible, propia de su estilo interpretativo, unido a su todavía falta de desarrollo artístico casan a la perfección con el personaje que debe interpretar, esa chaval desganado, confuso y desorientado ante el mundo que le rodea. Don Cheadle a su lado dibuja el personaje más reconocible por todos, un tipo lleno de contradicciones que justifica apelando a su humanidad.

‘El mundo de Leland’ tiene un ligero poso depresivo a pesar de un final donde cede y se opta por cerrar todos los cabos. Transgrede por incidir casi en exclusiva sobre la reflexión olvidando por momentos el resto de elementos cinematográficos, pero lo que podría ser un defecto está tan logrado en su objetivo que funciona.

Valoraciones:

Personal: 7,5
Filmaffinity: 7,0
Metacritic: 7,1
Rottentomatoes: 7,4
IMDb: 7,2

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