La impotencia ante la autodestrucción de un ser amado, o incluso conocido, marca una herida siempre memorando en base a la incomprensión. Ya sea trastorno límite de la personalidad como dice la sinopsis o depresión como así me pareció durante su visionado, ya sean las condenadas decisiones de la vida o la condenada vida medio enfermedad, lo cierto es que la situación suele conducir a la tragedia sin dejar opción a la concesión. Un destrozo que no es ni mucho menos agradable, ni entretenido.
La herida, obra del director novel Fernando Franco, se hace muy difícil de recomendar por ser capaz de transmitir todo la citado en el párrafo anterior con riguroso acierto, un estado ingrato, desapacible y horrible. Son 98 minutos en la vida de Ana, una mujer joven que si bien puede aparentar cierta estabilidad y satisfacción ocasional su sino, su realidad, es la desesperación y la soledad, minutos y momentos donde la angustia es manifiesta, el dolor transmisible y la depresión sentida.
Nacida como un documental, Fernando Franco debuta en la dirección con esa aspiración naturalista. Siempre posicionado muy cerca de su protagonista, mirando a través de ella, y mostrando la realidad sin adornos, contundente y directo. Un tono sencillo y rotundo que transfiere angustia, dolor e incomodidad al espectador. Apoyado en un montaje seco y al corte junto a un guión que rehusa responder orígenes, facetas ambas que mantienen alerta, y es que nada más importa que el sentir y comprender, o quizás todo lo contrario, rechazar.
El minutaje de inicio a fin cuenta con la presencia de Marian Álvarez, no hay casi plano alguno sin su figura conformando así una narración 100% suya, me viene a la mente por nivel de presencia interpretaciones como la de Javier Bardem en ‘Biutiful’ (Alejandro González Iñárritu, 2010) o Antonio de la Torre en ‘Canibal’ (Manuel Martín Cuenca, 2013). Y si bien no tiene la magnitud de los citados, aguanta estoica una cámara siempre pegada al rostro, que no cesa su empeño en desnudarla a cada plano, acercarla, y exponer al público su emoción medio gesticulación. Un físico común y una interpretación veraz que resulta perfecta para con el tono realista del film. Aparecen además Rosana Pastor como madre colapsada, Manolo Soto como compañero resignado, Ramón Barea como enfermo redentor o Andrés Gertrúdix como novio hastiado.
Su tramo final se puede llegar a antojar algo pesado ya que carece el metraje de progresión, la cual, sin faltar a su identidad realista, le hubiera dado aire. Le falta pues haberse atrevido un poco más, dar respiro para golpear de nuevo, o simplemente golpear más fuerte o diferente. Su fin es el de contar un drama e influir en el estado de ánimo, no será raro encontrarse inquieto o incómodo durante su visionado, un visionado como se suele decir en estos casos necesario, comprensivo y compasivo.
Valoraciones:
Personal: 7,5
Filmaffinity: 6,2
Metacritic: ¿?
Rottentomatoes: ¿?
IMDb: 6,5
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