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lunes, 3 de febrero de 2014

'Vivir es fácil con los ojos cerrados', regañina


Director de cine y escritor, pero también articulista, guionista e incluso actor, David Trueba es para quien lo haya conocido una persona tranquila, con capacidad oratoria y de actitud alentadora. En su esencia hay un tono profesoral que impulsa al positivismo, y es en sí mismo, su persona y sus valores, lo que trata de plasmar en pantalla con algo de desatino. 

Vivir es fácil con los ojos cerrados es la historia de un tiempo pasado con clara vocación por aleccionar en clave de actualidad, es patente la actitud crítica hacia el presente que se extrapola de una España subdesarrollada y profunda donde en 1966 se sitúan nuestros protagonistas. Tres perdidos que avanzan sin rumbo por el mero hecho de seguir buscando, una roadmovie donde la carretera, tomarse un respiro, y John Lennon sirven para soñar con ubicarse en el mundo. Visto todo ello a través de una fotografía sin sombras, altamente iluminada y colorida, un diseño de producción efectivo, sencillo y sin excesos (merecía la nominación al Goya que no ha conseguido), un humor blanco y agradable, y una cámara con mirada bienintencionada, cercana, condescendiente y esperanzadora.


Por desgracia no es igual querer que ser, y lo intencional queda al fondo siendo el resultado fallido aunque entretenido. La ya mencionada regañina se hace molesta por su reiteración y subrayado, se llega a pensar uno estar ante la educadora reprimenda de un padre a un hijo. El guión es a tramos tópico, grandilocuente, previsible y evidente e introduce una tensión sexual superflua, y no solo en torno a los dos zagales, si no que en la presentación de Antonio (Javier Cámara), por como viene precedida, crea una angustia pedófila que se esfuma con el paso del minutaje para asomar ligeramente hacia el final. Esta última apreciación es evidente que pueda ser muy subjetiva, pero tal fue como la experimenté.


Javier Cámara es el gurú del grupo y sin embargo es quizás el más iluso, su interpretación es notable, ligeramente ambivalente, afectuosa, despreocupada, divertida. Le secundan Natalia de Molina, una fotogénica sonrisa que ilumina su papel, y un Francesc Colomer, verde y sobrevalorado por tendencia. En tareas secundarias destaca ese tabernero de origen catalán, enamorado y atrapado en el sur al que da vida el actor  Ramón Fontserè.

La mayor virtud de esta cinta es la de contagiar en mayor o menor medida un estado que, desde sus personajes al espectador, transmite buenas vibraciones, “buen rollo”. Así el resultado, falto de algún sabor amargo tanto en su discurso, trama y humor, es el de una película sencilla que se deja ver, correcta.


Valoraciones:

Personal: 6
Filmaffinity: 6,8
Metacritic: ¿?
Rottentomatoes: ¿?
IMDb: 7,0

2 comentarios:

  1. ¿El personaje de Camara pe dofilo? La muchacha tiene mas de 20 años, y Camara representa un profesor de trentitantos? ¿Donde ves tu ahi la perversion?

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    1. En la edad no, pues diría que en la película no se mencionan. En la percepción si, "la muchacha" esta dibujada como una adolescente de hecho su par es "el muchacho" y no Cámara, y de hecho su problema es el de quedar embarazada a una edad "impropia" y en soltería.

      Si me dices que tienen las edades que afirmas, pues no, no sería una "perversión". Pero a mi no me parecieron tales edades.

      Un saludo.

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