La producción de Stockholm es una bofetada al soñador que busca consuelo en sus proyectos frustrados en base a la insuficiencia económica, y con la mejilla aún entumecida insufla a la vez moral viendo un proyecto fructificar con tan buena calidad y tan pocos medios. Valen aquí los tópicos de ilusión y ganas como los (casi) únicos motores necesarios. Sorogoyen pone su casa al servicio del rodaje y la financiación en manos del crowdfunding, sesenta mil euros en total contando con un equipo a expensas de lo recaudado y un sofá que fue plató, lugar de reunión y butaca para las primeras muestras.
Reflexión generacional acerca de dos seres perdidos y acomplejados, normales y corrientes sin embargo, una historia partida tanto literal como en cuanto a género - romance versus thriller - y que viene a enfatizar las diferentes versiones del apego en una relación sentimental. La crueldad de la felicidad efímera por dependiente - en varias direcciones no sólo respecto a la pareja -, la banalidad con la que medimos el poder de nuestros propios actos, y en definitiva el complicadísimo equilibrio de transitar en la misma onda con otra persona y salir indemne cuando no queda más que la despedida.
Hasta la aparición por vez primera de la luz del sol lo transcurrido es la galantería propia de la generación de los ochenta y cercanías, allí donde prima la exaltación del “interesantismo” con toque picarón que necesita para su éxito de no ser descubierto al seguir los procedimientos con calma indiferente. Un tiempo de elaboración que inteligentemente también se toma el filme y que se antojaba necesario para lograr la sensación de realidad buscada. Resultado conseguido a medias pues la base es creible pero los detalles excesivos. La perfección del truhán ameniza esta parte de la película, le da ritmo y entretiene, pero también le resta naturalidad. El propio texto es demasiado consciente de si mismo.
Lo sucedido a continuación y extendido hasta la incipiente caída solar son territorios menos comunes, se abandona la atracción para sumirse en la propia realidad - la única que ha existido en verdad -, pero en lugar de seguir las pautas propias del romance ocasional - un portazo y ya esta -, 'Stockholm' ofrece una batalla contra los cánones establecidos. Dos personas que ya no ocultan sus cartas si no que las muestran hasta el extremo, opositando entre ellas y llevando al espectador por terrenos más propios del thriller psicológico hasta su rotundo desenlace, de nuevo irreal por exagerado, pero a su vez metafóricamente cierto. Secuelas.
Las dos interpretaciones protagonistas mutan junto a la historia cambiando el registro ofrecido, son dos personajes en uno, una interpretación bipolar altamente loable y que siempre deja interés por conocer quienes son, han sido y pueden ser. Aura Garrido es la aparentemente trastornada, un alma rota aún sin reponer que voluntariamente se deja engañar por Javier Pereira, el Don Juan contemporáneo de ‘Stockholm’ prendido de un amor imposible que busca refugio en la fogosidad ocasional. Sorogoyen filma una película sencilla en su ejecución pero no exenta de detalles - esa preciosa Madrid nocturna o la fructífera utilización de los espacios escénicos -, fácil de ver pero no inocua ya que deja espacio para la reflexión y la incertidumbre. Una película merecedora de sus halagos, premios y nominaciones, recomendable.
Valoraciones:
Personal: 7,5
Filmaffinity: 6,6
Metacritic: ¿?
Rottentomatoes: ¿?
Imdb: 7
Con ganas de disfrutarla ;)
ResponderEliminarTe leeré cuando lo hagas a ver que tal, :D
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