“Mi escuela es bonita, tal vez no sea la más bonita, pero es la mía. (...) Pero esta bonita escuela es donde Martin LaFortune se colgó, con su fular azul, de una tubería, un miércoles por la tarde”.
Escrita y dirigida por Philippe Falardeau, ‘Profesor Lazhar’ (nominada en 2011 al Oscar como mejor película de habla no inglesa) se inicia con el suceder de un hecho infausto, el suicidio de una profesora bien apreciada colgada en su propia aula. Un acto horrible (“Cuesta entender que alguien decida suicidarse, pero cuesta aún más entender el hacerlo en un sitio como este”) que deja conmocionados, y para siempre marcados, a una joven clase de Montreal. Este suceso da lugar a la aparición de un desarraigado Bachir Lazhar, un exiliado argelino con un pasado tan dramático como el incidente con el que accede al puesto. Comienza así un relato pausado, sin aspavientos ni melodramas, de un ritmo contenido alejado del público masivo pero que despide honestidad a cada plano.
Estamos ante una obra del denominado cine social, un drama que versa sobre la muerte y su imposibilidad de comprensión, suponiendo un acierto del director omitir explicación alguna, pues morir no esta justificado y el final es el mismo. Invita a la reflexión, como la muerte deja paso al discurrir de la vida, pero sigue presente, queda en la memoria y te sorprende sin avisar.
Es la muerte el gran tema central, pero no el único, la inmigración tiene un gran peso, la soledad de un caminar sin raíces y la adaptación continua, infinita (“el lobo se deja domesticar pero siempre conserva su naturaleza salvaje” ). Esta mezcla de culturas propia de la inmigración, sirve como base para ahondar en otro de los temas a tratar, el sistema educativo y su tendencia a la deshumanización en pro de los resultados, la ¿eficiencia?.
Finalmente, y no menos importante por ello, la infancia emerge como un todo. Tratada con respeto y madurez, sin caer en la visión atolondrada más común, la personalidad de cada individuo digiere la realidad a su forma, aleccionándolos sobre una verdad inmutable, la vida es violenta, pero no es solo eso, la vida te redime y constantemente vuelve a ilusionar. Y es un abrazo, una toma, la fusión de ambas vertientes.
Un conjunto perfectamente cohesionado que cautiva ayudado por una soberbia actuación de Mohamed Fellag, al que acompañan unos “pequeños” Émilien Néron y Sophie Nélisse que rinden a un grandísimo nivel. Se suma a ello una BSO acorde al discurso, triste pero dulce, y un último cuarto que es simplemente fabuloso. Una experiencia trágica pero optimista, recomendable.
Valoraciones:
Personal: 8
Filmaffinity: 6,8
Metacritic: 8,3
Rottentomatoes: 8,2
Imbd: 7,5
Personal: 8
Filmaffinity: 6,8
Metacritic: 8,3
Rottentomatoes: 8,2
Imbd: 7,5
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