Miedo, tristeza, asco, ira y alegría. Quien diría tener al mando a los cinco cuando a la conclusión de la nueva obra maestra de Pixar uno, sin reservas, siente en su interior como es sólo alegría quien esta pulsando botones a tropel. No se si la mejor, pues afirmar algo tan categórico le pertenece a cada individuo, pero si es para el que esto subscribe la película más completa de la factoría del flexo.
La risa y la melancolía forman una única emoción perenne alimentada también por la ternura, lo trascendente y la diversión en una historia que, con una sencillez tan sublime como consistente, escarba en lo complejo de la personalidad humana. Mi miedo - personaje favorito - temía un desequilibrio similar al de ‘Up’ (2009) o ‘Wall-e’ (2008) y sin embargo, lo que en las anteriores se perdía con el avanzar, en ‘Inside Out’ nunca deja de brillar, una fascinación inagotable capaz de levantar por si misma la isla de la cinefilia en todas y cada una de las personas que la disfruten.
Todos buscamos la felicidad hasta el punto de idealizarla y creerla sólo hallada en las sonrisas, cuando quizás, la sonrisa de hoy no existiría sin la lagrima de ayer. Así, el incombustible torrente narrativo que supone el filme trata de poner en valor la tristeza, desde el círculo de tiza en la que se encuentra recluida por la infancia, hasta el irremediable protagonismo que cobra en la madurez, siendo entonces parte necesaria y esencial del equipo.
Una vida sin tristeza implica una vida aséptica, pues tampoco existirá la alegría. Hay cierta escena en que alegría es incapaz de alegrar a Bing Bong y es, por paradójico que parezca, tristeza quien lo anima. Hay que dejar que la tristeza toque sus teclas cuando sea oportuno, asumir su presencia y desde ahí lidiar con ella, sin reprimirla, pues de la supresión de los sentimientos - cualquier de ellos - surge el colapso que, en el caso de la película, da pie a toda la aventura.
A colación de Bing Bong, un personaje inolvidable con el que es imposible no sentir nostalgia, subrayar su desenlace como uno de los momentos que más fibra sensible alcanza. Y no por sorpresivo, se sabía su destino desde el momento en que todos hemos tenido un Bing Bong en nuestras vidas y ya no lo tenemos, si no por lo épico y emotivo que llega a ser aún sin contar con ese factor sorpresa. Evidenciando una vez más que en el cine, por encima de las premisas novedosas e incluso de las propias historias, esta la forma en la que estas se cuentan.
Pete Docter - ‘Monstruos, S.A.’ (2001), ‘Up’ (2009) - y su equipo creativo dan forma a un universo tan interesante y complejo en su concepción como natural y sencillo en su ejecución. Consiguen hacer fácil lo difícil aplicando la fórmula de introducir elementos presentes en el imaginario colectivo de dificultosa comprensión - memoria a largo plazo, creación de sueños, recuerdos olvidados, déjà vu, pensamiento abstracto, subconsciente - de una forma entendible, colorida y creíble para un niño de 3 años, e inteligente, estimulante, y coherente para un adulto.
‘Inside Out’ es divertida, tierna, profunda, entretenida, equilibrada, y con una animación sobresaliente - como cabría esperar -. En definitiva, un todo que desde ya se ha convertido en un recuerdo esencial perteneciente a mi personalidad cinéfila. Quizás no llegue a ser la favorita de los más pequeños - aunque los personajes tienen muchísimo gancho y merchandising - por tener un humor y un acción menos visual que otras cintas de animación, pero entrará a formar parte del club de las imprescindibles para muchísimos adultos, ya sea hablando de cine animado, o no.
Valoraciones:
Personal: 9,5
Filmaffinity: 8,3
Metacritic: 8,9
Rottentomatoes: 8,8
IMDb: 8,7
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