Después de tres años a la sombra, Marius Josipovic vuelve a respirar en semi libertad dejando atrás los barrotes y el trivial e infatigable parloteo de su compañero de celda. Su pasado, sin embargo, del que también pensaba haberse escurrido le vuelve a poner en fuga y, caprichos de la vida, transforma aquellas machaconas charlas del peculiar Pete en su único salvavidas. Marius asume la identidad de Pete, adquiere su personalidad y busca refugio en lo único que conoce de este, la familia de la que siempre hablaba y llevaba más de 20 años sin ver.
Ateniéndose a un cierto parecido físico y su habilidad para el engaño la estratagema podría parecer sencilla, pero, mantener la máscara de ser quien dice ser sabiendo poco más que unas cuantas anécdotas como colchón, es un plan con obvias fisuras. La farsa corre un peligro constante, y, ese estrés que sufre el protagonista ante su inminente descubrimiento, se transmite al espectador. Giovanni Ribisi - uno de esos eternos secundarios que alcanza aquí el papel protagonista - realiza una estimable interpretación siendo uno de sus mayores logros la capacidad de contagiar un estado, el del nerviosismo, que no permite relajarse.
La idílica familia que dibujaba el Pete entre rejas sorprende mostrando un espíritu mucho más combativo del que se presuponía, no les faltan bemoles, y generan un tono que acerca la serie al cine de gansters. En ese mismo tono se desarrolla la trama que arrastra Marius del pasado. Debe dinero, y si no consigue reunirlo a tiempo su hermano - al que mantienen retenido como aval - será mutilado por Vince. Un Bryan Cranston haciendo de villano que nos regala otra magistral interpretación. Las similitudes entre acreedores - la familia ostenta un pequeño negocio de fianzas -, quienes parecen compartir cierta esencia genética independientemente del lado de la ley en el que se encuentren, deja un pequeño espacio para la reflexión y, sobretodo, en su proceder, los momentos más potentes de la serie. - ATENCIÓN SPOILER - Ojo al bate de beisbol de Otto - el patriarca de la familia - y la historia policial de Vince. - FIN SPOILER -
En rededor a la trama donde Vince es el eje central - personaje cuyo peso no hace más que crecer aumentando con él la calidad de cada episodio -, la serie adquiere otro matiz más propio del cine de atracos. Y es en esa mezcla de géneros donde Sneaky Pete se convierte en algo especial. Ese estilo más inflexible, seco y directo con aires a film noir mezclado con la espectacularidad de la estafa, la adrenalina, la sorpresa y la admiración ante la genialidad de turno hacen de esta serie - recogida por Amazon después de ser descartada por la CBS -, una opción muy recomendable.
Ahora bien como en todo plan que se precie, Sneaky Pete no se libra de caminar por el filo de la navaja y, el hecho de que muchas de las situaciones se resuelvan por la casualidad hace que salten las alarmas en más de una ocasión. Hay una tendencia a forzar la acción, a llegar a un “casi” poco creíble que, sin embargo, sus máximos responsables - David Shore (’House’), Bryan Cranston y Graham Yost (‘Justified’) - consiguen sortear de forma astuta. Especialmente con el uso de unos socorridos cliffhanger, efectivos a la hora de crear esa adicción que ayuda a olvidar sus debilidades.
En la segunda temporada - ya confirmada por Amazon - se verá si la persona termina devorada por el personaje, si los nuevos intérpretes no languidecen ante los que quedaron, si se mantiene ese tono tan interesante de mezcolanza o se prefiere volcar la acción hacia un lado u otro. De momento y a la espera de lo que vendrá, esta primera temporada se disfruta y se vive con intensidad.
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