El 30 de noviembre despertamos con la tragedia en forma de necrológica, Paul Walker, un carismático actor cuyo motor profesional olía a asfalto, se encontró con la muerte. Un vehículo, compañero inseparable de rodaje, que traicionó su destino y dejo una familia, más grande incluso que la de sangre, en señal de luto. Un legado cinematográfico, que no nos engañemos, no es “oscarizable” pero cuenta con títulos más que rescatables y una saga de éxito mundial. Un actor, que sin ser una gloria, exudaba inteligencia emocional y contaba con todas las simpatías. Por lo que a este blog respecta, nuestro más sincero pésame, y el repaso a dos de sus obras en forma de humilde homenaje. Descansa en paz.
Nunca juegues con extraños (John Dahl, 2001)
Una historia dirigida por John Dahl - recomendable ‘Rounder’ (1998) - y guionizada por Clay Tarver y J.J Abrams que bebe en tono del cine de terror de los 90 - ‘Scream’ (Wes Craven, 1996), ‘Sé lo que hicisteis el último verano’ (Jim Gillespie, 1997), ‘Destino final’ (James Wong, 2000) - y se inspira en base de la talentosa ‘El diablo sobre ruedas’ (Steven Spielberg, 1971). El resultado es una historia de terror adolescente con tintes de suspense y slasher. Una persecución psicótica que ofrece demasiadas variantes, conflictos y justificaciones (novia, hermano, broma), y que lejos de funcionar, distraen, quedándose sin una señal concreta.
La fotografía cuenta con un curioso fenómeno bipolar, tan pronto cercana al cine de serie B como bien iluminada y más que digna. Paul Walker figura, aporta rostro y físico, pero la verdad, no mucho más. Es superado a nivel interpretativo por Steve Zahn, su hermano en la ficción, un protagonismo que vemos en imagen pues la acción que en un inicio recae sobre Paul, poco a poco otorga galones a Steve, a pesar del final.
Desenlace al que se llega por medio de una sucesión de escenas con el suspense como motivo, bien resueltas, funcionales y con un regusto complaciente que se torna ligeramente amargo debido a ese “subfinal”, que al igual que sucedía en ‘Carrie’ (Brian De Palma, 1976), no tiene más justificación que la de producciones futuras. Aún así, un entretenimiento correcto, ligero, para nada bochornoso, una película de terror que no es tal y una angustia que no se llega a sentir, pero que se disfruta.
Valoraciones:
Personal: 6
Filmaffinity: 5,3
Metacritic: 8,4
Rottentomatoes: 6,6
Imdb: 6,5
La prueba del crimen (Wayne Kramer, 2006)
Acción sin complejos, frenética y sobreexpuesta, siendo este último calificativo positivo en lo visual y lo narrativo, opuesto en la duración y guión. Un libreto obra del propio director que en su giro descontrolado termina por perderse, y no es el espectador quien se pierde si no la historia quien pierde al espectador. Se desconecta además por una excesiva duración que parece regodearse a cada reverso, en muchas ocasiones demasiado casual e inverosímil incluso para la ficción.
En lo visual Wayne Kramer desarrolla un ejercicio de vanguardismo que bien podrían tacharse de efectista, pero que resulta tremendamente divertido y aporta un trepidante ritmo narrativo. El pulso de la acción es constante y la sucesión del tiempo entre secuencias o en la misma propia secuencia, elipsis y transiciones, dinamiza el conjunto y se disfruta por su atrevimiento, aún siendo demasiado evidentes.
Paul Walker hace aquí un papel mucho más completo en una historia de gánsteres a cuatro bandas, donde un arma y su búsqueda ponen en juego su estabilidad, la de su familia, y la de todo aquel involucrado. De aspecto rapado y más oscuro a lo habitual, su personaje cuenta con un mayor número de registros que sabe afrontar con decisión, una interpretación destacable esta vez. Así nos queda que la prueba del crimen es una cinta pasada de rosca, pero hasta que se pasa cumple su cometido, entretiene y mucho.
Valoraciones:
Personal: 7
Filmaffinity: 6,6
Metacritic: 7,2
Rottentomatoes: 4,6
Imdb: 7,4
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