- Esta crítica puede contener spoilers -
Palabras, ya lo decía el mito de la torre de Babel cuando anunciaba que del entendimiento colectivo seriamos capaces de alcanzar lo que nos propusiéramos. Y míranos. Hoy, vivimos en la era de la sobredesinformación y el agravio gratuito, un tiempo donde los trolls ya son colosos que, con júbilo, retozan gustosamente poniendo en práctica su filosofía del “por mis cojones”. Una forma de entender cuyo principio inquebrantable es el de tratar de imponer una opinión sin escuchar la réplica.
‘Tres anuncios en las afueras’ se mueve en ese fango. Todo lo que sucede surge por la falta de comunicación nacida de unos personajes llenos de ira que, prefieren actuar basándose en su propia interpretación de la realidad a tratar de conocerla realmente. Ejemplos concretos los hay varios: Cuando el personaje de Frances McDormand quema la comisaría convencida de estar castigando a los culpables, cuando cree estar obligada a cenar con el enano (Peter Dinklage) por chantaje hasta que este la deja en evidencia expresándole lo contrario, también, cuando ese agente de policía turbio le da una paliza al publicitario creyendo estar homenajeando a un fallecido que, en su carta de despedida, le vendría a decir que hiciera justo lo contrario, que fuera un buen hombre, etc.
Superpuesto a esta capa - que es la verdaderamente jugosa - esta la historia de un asesinato tan bruto como para no desear ni verlo en pantalla y, sobre todo, el enfrentamiento entre una madre desesperada y un jefe de policía indiferente. Una lucha no exenta de humanidad entre dos personajes ambivalentes cuya resolución supone un alarde de personalidad y valentía por parte del director Martin McDonagh. Tenía la película hecha, el camino marcado y al público más o menos ubicado cuando, hacia mitad del filme, decide cargarse a uno de los dos protagonistas. En ese momento rompe con el esquema propuesto, otorga un mayor peso a un tercer personaje y cambia un poco el tono junto con el ritmo. Eso si, siempre orbitando en torno aquello sobre lo que quiere incidir, la falta de dialogo y sus consecuencias cuando ello va unido a la impulsividad y la rabia.
Visualmente luce de maravilla gracias a una precisa ambientación - ubicada en la América profunda donde proliferan los paletos y el virus de los bemoles es una epidemia -, y a una fotografía que luce especialmente al situar la cámara frente a ese paraje en torno a los tres anuncios que dan título al filme - la escena en la que salen ardiendo es brutal -. El guión - firmado también por Martin McDonagh - destaca por dar espacio y recorrido a todos y cada uno de los personajes. Incluso los más disonantes como el exmarido y su novia aportan al conjunto.
Frances McDormand no se deshace del mono de trabajo que lleva su personaje en ningún momento. Una segunda piel que ciñe todos sus esfuerzos a un tarea sin descanso. Un tejido que la hace ser firme, fuerte e implacable pero al que, en ocasiones, le fallan las costuras dejando aflorar esa humanidad tierna y razonable. Una madre que no busca la simpatía, solo la verdad y una interpretación oscarizable que consigue todos estos matices. Woody Harrelson es la cordura, tiene presencia, y Sam Rockwell es un in crescendo constante que termina por hacerse con la película.
‘Tres anuncios en las afueras’ esta muy bien dirigida, interpretada, guionizada y montada, es inteligente pero no sesuda, te descoloca pero nunca te suelta. No es una película obvia, puede incluso llegar a parecer un thriller y, sin embargo, no lo es. Al igual que su desenlace que puede parecer abierto cuando, en realidad, al mostrar por primera vez como dos de los personajes dialogan y se cuestionan sus acciones, queda más que explicado.
Valoraciones:
Personal: 9
Filmaffinity: 7,7
Rottentomatoes: 93%
Personal: 9
Filmaffinity: 7,7
Rottentomatoes: 93%
IMDb: 8,3
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